martes, 23 de septiembre de 2014

Cuando todo duerma, te robaré un color...

Colores que alimentan el alma, que llenan el espíritu. La luminosidad de un día reflejada en el verde del mar, fundir ese verde con el azul del cielo, mirar el horizonte, no saber dónde empieza cada cuál...y respirar.



Sentir que el cielo arde, que las nubes son llamas que caen incandescentes sobre la ciudad gris y apagada. Estirando el brazo, más, aún más...y sentir el calor del rojo fuego en las yemas de los dedos cuando notas que la vida te arde por dentro.



Y es en el atardecer, en el punto medio entre la noche y el día, cuando la claridad se aleja para dejar paso a la oscuridad de la noche... Ahí es cuando el presente comienza a convertirse en pasado, y nos encontramos a las puertas de ese futuro próximo del mañana. Un mañana fundido de azul cielo, rojo fuego y verde mar...un mañana resultante de la mezcla de lo que fuimos ayer y lo que volveremos a ser hoy, como si no hubiera un mañana.



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